Se
dice, con razón, que la práctica es el criterio de la verdad. Ello
resulta aplicable, por supuesto, al ámbito de la culinaria; por eso,
aunque nunca antes haya degustado de la combinación entre mango y
boniato para preparar un helado casero, no lo dude, ponga manos a la
obra porque realmente vale la pena.
Necesitará,
para cuatro raciones, media taza de pulpa de mango; media taza de
boniato cocinado; media taza de azúcar blanca; dos tazas y media de agua
y un cuarto de cucharadita de sal.
Vierta
en una licuadora la pulpa de mango, el boniato, el azúcar y el agua.
Licue hasta obtener una mezcla homogénea. Dele el punto de sal y cuele.
Eche
esta mezcla en una vasija plástica o de metal y ponga a congelar hasta
que comience a endurecerse. Saque el helado del congelador; bata y,
vuelva a congelar. Repita esta operación hasta que cuaje por completo.
Menospreciado
por no pocos, el boniato batata o camote (Ipomoea batatas) —también
conocido como papa dulce—pertenece a la familia Convolvulaceae y cuenta
con numerosas especies. Nativo de la América tropical, se cultiva en
suelos arenosos o francos en muchas regiones cálidas de todo el mundo.
Con él se pueden preparar numerosos platos salados y por supuestos dulces: cafiroleta, malarrabia, cremoso boniatillo, turrones…
Por
supuesto, tal y como han consignado los cronistas, nuestros aborígenes
consumían sus diversas variedades, con ellas elaboraban alimentos y
bebidas. Una curiosidad: en Europa su uso culinario sólo se inició en el
siglo XIX.
Mencionado
por José Martí en su Diario de Campaña de Cabo Haitiano a Dos Ríos, el
boniato ha formado parte de la dieta diaria del cubano desde épocas
remotas y fue, en no pocas ocasiones, uno de los pocos alimentos de que
disponían nuestros mambises y los combatientes del Ejército Rebelde
durante las guerras independentistas.
Excelente
fuente de carbohidratos complejos, fibra dietética, hierro y molibdeno;
aporta una sustancial cantidad de vitamina C y potasio; su índice de
grasa es muy bajo. Posee betacarotenos, de gran acción antioxidante para
la prevención de múltiples enfermedades.
Por
lo general, los cubanos consumimos casi en exclusiva el tubérculo; sin
embargo, sus hojas, con numerosos nutrientes, también pueden ingerirse
en ensaladas, crudas o cocinadas, con un aderezo, además de poder
saltearse en aceite, mezclarse con un puré de viandas o frijoles, en
frituras, croquetas, combinadas con arroces o como complemento de
algunos guisos. Si le interesa, r podemos tratar de este tema en otra
ocasión.
Tomado de Radio Rebelde
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