, Año 64 de la Revolución______________________________

PARA LA HORA

Bitácora digital

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Algo más que fechas


Mayo trajo fechas importantes, pero me detengo en tres: el Día de las madres (10 de mayo), el Día Internacional de las Familias (15 de mayo) y el Día mundial contra la homofobia, la transfobia, la lesfobia (17 de mayo).  Tres días que abren certezas, cuestionamientos, dolores, alegrías, reflexiones.

Ya no se puede escribir sin hablar de los otros, de las otras y de quienes no se consideran en las dualidades que impone la vida. Las experiencias no solo marcan lo que somos sino lo que escribimos de lo que somos. Y así las experiencias se trastocan.

Las fechas son simbólicas; días que nos gusta recordar, celebrar, establecer vínculos afectivos.

¿Qué hay de las otras cosas que no se ven, o que no son perceptibles en su mayoría, o que todavía no tienen el espacio merecido? Pues podemos hablar de eso.

Tengo una compañera de Facebook, no nos hemos visto nunca frente a frente, que el día de las madres hizo una publicación en esta red social.

Y cito: “Este será un Día de las Madres Especial. Mis grilletes perdieron el terciopelo. Este domingo voy a festejar mis 47 o 48 días durmiendo dos o tres horas. La pérdida total de todo resquicio de libertad. Una de cada dos noches desvelada, a las cinco de la mañana, sola para llorar. Cansancio. Voy a festejar que cada día que pasa me vuelvo nula entre lavar, hacer leche y ver una y otra vez los mismos animados. Festejaré cómo envejece mi cuerpo y se marchita mi mente. Que el trascurrir se hace más lento y tedioso. Celebraré que cada día me vuelvo una peor madre, una que no puede querer más a su hija que a ella misma, una que se siente esclava de la maternidad, de la que ni los bien recibidos besos y abrazos de su hija la hacen olvidar el desgaste físico y emocional al que se expone, una que no encuentra el placer inexplicable de dedicarse absolutamente a criar. Puedo imaginarme lo que piensan, puedo, incluso, escuchar el tono cínico de su voz, me lo han hecho saber muchas veces: -No sabía que iba a ser así.

-Pues no, todxs dicen que es lo más lindo que les ha pasado en la vida, que no estarás sola que te ayudarán (Para la que no lo han vivido les advierto el 80 % de las veces es mentira) o dirán: - ¿Tú no querías parir?

Entonces supongo que la palabra que termina esa frase es Jódete. Y tienen mucha razón, esa es la mejor frase para definir mi situación jodida por dentro y por fuera. (Para que quede muy claro. No hablo del amor que siento por mi hija, hablo de nuestra hipócrita forma de imponer socialmente las ideas de la Madre Perfecta para la que todo sacrificio es poco). Mis más sinceras felicitaciones a las que pueden vivirlo de otra forma. En mi caso particular guárdenlas para cuando haya algo que celebrar”.

A las mujeres se les ha impuesto el rol de madre como apéndice indiscutible del ser mujer. Para ser mujer debes ser madre, sino la plenitud de la vida no funciona. Eso es lo que nos han repetido una y otra vez. Ser más madre que mujer; como si no existieran disímiles rostros, sensaciones, sentimientos, deseos y aspiraciones. Nos empecinamos en los dos polos, en lo binario, como esas dos formas únicas de la existencia.

El sacrificio, la entrega y la ternura son adjetivos que nunca he escuchado cuando nos referimos a padres; solo son adjudicados a las madres, a las mujeres. Y son vocablos importantes, pero hay que aprender a reconfigurarlos, porque tienen una gran carga patriarcal. ¿Hasta dónde llegan nuestros sacrificios? ¿Hasta dónde podemos entregar?

No soy madre. Quizás algunas personas me digan que no puedo hablar de algo que todavía no he llegado a ser; pero amo cosas en la vida y si se siente amor también se puede opinar sobre el amor. No dudo que sea el mayor amor del mundo, no pongo a prueba el sentimiento, pero sí deberíamos reflexionar sobre la construcción histórica de ese sentimiento.

Y ahí es donde se expresan las contradicciones.

Cuando leía la publicación de mi compañera internauta, la frase “una que no puede querer más a su hija que ella misma” me hizo pensar. Tenemos que enseñarles a nuestros hijos, a nuestras hijas la importancia de quererse una misma, uno mismo por encima de todo. Nadie puede querer más a alguien que ese mismo ser. Ni siquiera una madre, porque entonces negaríamos la autonomía, la necesidad de amarse a una misma en primera instancia para después amar a las demás personas. Como tampoco las madres ni los padres pueden recargar a sus hijos e hijas con las angustias, frustraciones, miedos propios. Tenemos que enseñar a ser feliz.

Y debemos dialogar lo que la maternidad representa, y sobre esas angustias de las que apenas se habla. La maternidad no es un proceso fácil. Y de eso también debemos hablar el Día de las madres. Este día debería estar cargado de reflexiones en la familia, en cómo estamos educando a los hijos, a las hijas, en quiénes participan activamente de esa crianza, en cómo educar. Y en el proceso de educar también intervienen los medios de comunicación y cómo representamos el rol de una madre. Los medios de comunicación ese día tienen ausencias de las problemáticas y contradicciones de la maternidad. No es que no haya habido periodistas que abordaron críticamente la temática, pero es la minoría. La televisión no es el mejor medio de comunicación, pero sí es el que llega a más personas en Cuba. Con los spots televisivos, los videos clips, los trabajos periodísticos estamos reproduciendo estereotipos, estamos imponiendo la manera en que debe ser una madre y la manera en que ese sistema patriarcal la ha asumido.

En consonancia con esto llegó el Día Internacional de la Familia (15 de mayo). Deberíamos empezar a llamarle Familias: actualmente aunque parezca que no y no se hable lo suficiente de eso, las garantías de los derechos de las personas están en un campo de disputa. Se disputa porque lo heteronormativo existe y excluye.

Al definir heteronormatividad la Colectiva La revuelta- colectiva de acción política de Neuquén, Argentina-afirma que “según la cultura y la ciencia, hay sólo dos cuerpos (hombres y mujeres), dos géneros (femenino y masculino) y una única dirección del deseo (por el cuerpo opuesto). Por eso no dudamos en preguntar a una joven si tiene novio (jamás si le gusta una mujer) y leemos en el graffiti Lucha ama a Victoria una consigna política y no una expresión de amor. Esta forma de leer la realidad es heteronormativa, severamente cuestionada por el movimiento de lesbianas, gays, travestis, transexuales, e intersexuales y corrientes feministas. Una sociedad heteronormativa pauta los roles sobre la base de la diferencia anatómica entre los sexos; crea modos correctos de ser hombre y de ser mujer y valida una única sexualidad, la hétero; excluye, descalifica, neutraliza o persigue lo diferente. Es una sociedad homo-lesbo-trasvesto-transfóbica”.

Y las imágenes que inundaron los medios de comunicación fueron las que existía una diversidad de familias, pero una diversidad de familias heteronormativas. No apareció por ningún lado en los spots de la Televisión Cubana una familia compuesta por dos mujeres y una niña o niño, como tampoco una familia compuesta por dos hombres que fueran pareja, que tuvieran una relación sexoafectiva. Y eso dice de cómo estamos concibiendo aún las familias cubanas y sentando bases ideológicas de lo que queremos y de lo      que no (aunque existan programas, profesionales, dirigentes que apuesten por lo contrario; pero un país no se construye solo por las mayorías; hay que tener en cuenta a las minorías y hay que tener en cuenta los derechos de las personas, derechos que no vulneran otros derechos).

Y así llegó el Día Internacional contra la homofobia, la transfobia y la lesfobia (domingo 17 de mayo). Los mensajes en la televisión Cubana fueron destinados a celebrar el Día del campesino (ojalá algún día podamos tener un lenguaje inclusivo). Hubiera sido provechoso y justo incluir mensajes que avalaran, respaldaran esta lucha contra la homofobia. El viernes 15 de mayo, en el programa La séptima puerta, Rolando Pérez Betancourt proyectó la película Retrato de una mujer en llamas (2019) de la directora Céline Sciamma. Muy complacida por esta historia de amor lésbico (amor entre dos mujeres, amor entre dos personas) esperaba que el 17 la programación mostrara también mensajes similares. Pero no llegó. Arte 7, un programa que tiene audiencia, no proyectó ninguna película que sirviera de reafirmación de ese día. Una de las dos películas sirvió para seguir ratificando el modelo heterosexual en las parejas, en pocas palabras la sociedad heteronormativa, que “no le genera problemas a nadie”.

Eso no quiere decir que en otros espacios el tema fuera silenciado, y que la Jornada Cubana contra la homofobia no fuera un espacio de reflexión y debate, pero eso no basta a mi juicio. Necesitamos entender, aprender que en un país donde decimos y hacemos socialismo no cabe ya de ninguna manera la injusticia y el silencio.

http://www.mujeres.co.cu/art.php?MTMzMTY=


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