Camilo y Che, lo que los unía

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Como cada año, del  8 al 28 de octubre conmemoramos la jornada en recuerdo a Camilo y Che. Esos héroes eternos evocados en cada flor ofrendada al mar, o en el juramento pioneril de los niños y niñas cubanas.

La dimensión histórica de los dos entrañables combatientes está enlazada por los ideales de justicia y libertad. Amor, respeto, admiración, sentimos porque conocemos la dimensión histórica de estos héroes, hermanados por lazos más fuertes que los sanguíneos. Los hermanó el odio a la explotación, las ansias de libertad para sus pueblos y todos los del mundo.

A esos paradigmáticos héroes los unió también una amistad ejemplar. Nacidos en países distintos y con diferente educación, pero con una formación familiar similar en sus esencias, el Che disfrutó de una infancia holgada entre los suyos, aunque opacada por su asma crónica. La niñez de Camilo, aunque restringida económicamente, también contó con el amor y el respeto de sus padres y hermanos.

No obstante la idiosincrasia del Che, inversa a la criolla y jocosa de la mayoría de los cubanos y de la que Camilo era la más auténtica personificación, ambos se comprendían y respetaban. Es sabido que los padres de Camilo, al igual que este y sus hermanos, cooperaron en la solidaridad que brindó Cuba al pueblo español en sus batallas contra el fascismo. El joven Ernesto, en gesto de nobleza, prestó servicios en un leprosorio. Para ellos, altruismo y solidaridad eran bienes supremos.

Dueños de un carácter fuerte y una capacidad innata para mantener sus resoluciones en el modo en que era preciso hacerlo, a Camilo y Che los relacionaba, asimismo, una amistad ejemplar. Ninguno transigía con la blandenguería y a la pasividad a la hora de reclamar los derechos propios y los ajenos y estaban tentados  por los mismos sueños revolucionarios en la continuidad de la obra rebelde, por lo que asociamos sus nombres y su presencia al fecundo quehacer de sus legados.

Nuestro pueblo supo acogerlos desde el primer momento entre los más queridos de los héroes del heroico ejército de la guerra revolucionaria. Camilo, un habanero nacido en 1932 era un hombre jovial, dispuesto a la broma  y al chiste. Mientras que el médico oriundo de Rosario, Argentina y nacido en 1928, era de talante seco y charla matizada por la ironía.

Ascendido a Capitán como jefe de la vanguardia de la columna cuatro al mando del Che,  iniciaron juntos la marcha invasora. Ya el Capitán de la Vanguardia era Comandante y le fue asignada la columna dos “Antonio Maceo”. Su hermano de armas, Che, dirigía la “Ciro Redondo”. Juntos vivieron los días guerrilleros de la lucha en la Sierra Maestras y  protagonizaron proezas que pusieron a prueba el espíritu indoblegable que les era usual. Bravos, leales, generosos, uno y otro honraron la historia con sus ejemplos.

 Decía Martí que “embellecer la vida es darle objeto”, lo que equivale a tener un propósito definido, una meta que alcanzar. Objetivos, sin duda, que guiaron la existencia de Camilo Cienfuegos Gorriarán y Ernesto Guevara de la Serna.

Ejemplos incomparables de valor, coincidentes en mentes e ideales, el Che volvió a brillar como estratega en  la batalla de Santa Clara y al  triunfo de la Revolución, fue designado jefe militar de La Cabaña. Ostentó la presidencia del Banco Nacional de Cuba y fue Ministro de Industrias. Paralelamente, desplegó una intensa actividad diplomática

Intransigente hasta la perfección, como era; irónico y mordaz, dado el caso, revolucionario convencido siempre y escueto en sus elogios, Che dedicó su libro La Guerra de Guerrillas “al revolucionario sin tacha y al amigo fraterno”. Y no reparó en asegurar que era él quien debía leerlo y corregirlo. “Todas esas líneas, escribió, pueden considerarse un homenaje del Ejército Rebelde a su gran Capitán, al más grande jefe de guerrillas que dio esta Revolución, al revolucionario sin tacha y al amigo fraterno”.

La vida de Camilo, el hombre, el guerrillero, el revolucionario, evoca la leyenda. Según la hermosa definición de Vilma Espín, compañera de luchas del Héroe de Yaguajay, “Si nosotros inventáramos un nombre para un personaje de leyenda le podríamos poner el nombre de Camilo Cienfuegos”.

Hoy, Camilo  vive en la memoria colectiva, en la historia de un pueblo, en su hermandad con el Che, en los muchos Camilos y Camilas que hay en Cuba en honor al mítico guerrillero desaparecido en el mar el 28 de octubre de 1959.

En Bolivia, combatiendo por sus ideales, cayó convertido en el Guerrillero Heroico, Ernesto Guevara, nuestro Che. El carácter y la integridad de estos dos gigantes de nuestra historia, devienen modelo de combatientes para los pueblos del mundo

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  (Revista Mujeres)