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Estado psicológico y emocional, alarma en tiempos de pandemia


A más de tres meses de que el mundo se enfrente a la pandemia de la COVID-19, causada por la rápida y letal expansión del virus SARS-CoV-2, el estado psicológico y emocional de muchas personas pudiera resultar un tema alarmante.

Este nuevo coronavirus se conoció en la ciudad china de Wuhan a finales de diciembre y el 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró una pandemia por la enfermedad. Hasta el momento se reportan más de ocho millones de personas contagiadas en 185 países y casi 465 mil fallecidos.

Las economías personal y global se han visto fuertemente afectadas, y por consiguiente la sociedad en sí misma. La vida tal y como la concebíamos ha cambiado.

Rutinas, proyectos personales, planes a corto y largo plazo han quedado como detenidos en el tiempo, en una espera que anhelamos termine pronto. Sin embargo, los pronósticos no son alentadores en ese sentido y muchos especialistas hablan ya de una endemia, pues puede que el virus no desaparezca.

Científicos de todo el orbe desarrollan candidatos vacunales y medicamentos farmacológicos en busca de una cura para esta enfermedad; pero aún no existen estudios concluyentes. El aislamiento social y las medidas higiénico-sanitarias se han convertido en los principales antídotos para esta pandemia.

Un grupo de especialistas de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana señala que la COVID-19 ha fracturado el equilibrio con el cual vivíamos nuestra cotidianeidad.

Existe gran preocupación por lo desconocido, pues salimos de nuestra zona de confort como parte de la crisis y debemos permanecer a la espera de qué sucederá.

Los expertos se refieren a emociones diversas que se desatan, muchas veces negativas, fuertes, dolorosas, las cuales detienen modos habituales de realizar actividades cotidianas, expresar sentimientos y ver la realidad.

El doctor Alexis Lorenzo Ruiz, presidente de la Sociedad Cubana de Psicología, explicó a Prensa Latina que a nivel mundial esta pandemia se considera un evento vital muy estresante y amenazante, que puede ser valorado como una situación catastrófica.

'La población mundial está asustada y con frecuencia se acerca a comportamientos paranoides (...) la cantidad y variedad de informaciones falsas o pseudocientíficas son generadoras de cuadros severos de ansiedad y angustia, con marcada incertidumbre', afirma.

En ese sentido, puntualiza que se puede llegar incluso a cuadros de ansiedad generalizada y crisis de pánico, así como inquietud, nerviosismo, temores, tristeza, apatía, depresión y desesperanza.

Muchas personas muestran también un estado de frustración, sentimientos o reacciones emocionales de cansancio; incluso, irritabilidad y agresividad hacia los otros.

En cuanto a las posibles manifestaciones psicofisiológicas, el especialista señala los dolores de diferente naturaleza, insomnio, pesadillas, disminución o pérdida del apetito, abandono de hábitos higiénicos y cambios bruscos en la sexualidad.

TODOS SOMOS VULNERABLES

Todos somos vulnerables a contraer la enfermedad; pero la percepción, comprensión, afrontamiento e impactos tanto psicológicos como sociales se van a manifestar de diferentes formas en cada ser humano.

El doctor Lorenzo Ruiz indicó que ello va a depender de variables sociodemográficas, niveles de preparación, sistemas de creencias, niveles de desarrollo socioeconómico-financiero, existencia y consolidación de las redes de apoyo, experiencias previas, magnitud y esencia de las pérdidas (directas e indirectas), entre otros elementos.

Los adultos mayores de 60 años de edad son considerados grupo de alto riesgo por el padecimiento muchas veces de otras patologías que pueden agravar su cuadro clínico en caso de contagiarse con el virus.

Esta situación provoca que estén muy preocupados por estos acontecimientos, pueden tener una percepción más negativa de la situación y un aumento de la sensación de vulnerabilidad.

En opinión del doctor Alexis Lorenzo Ruiz, todo eso se refleja en frecuentes manifestaciones de angustia, ansiedad, intranquilidad, tristeza, depresión, llegando al pesimismo y a la desesperanza.

Posteriormente o de forma simultánea, se evidencia insomnio, negativismo, disminución o pérdida total del apetito, de los deseos de bañarse, de conversar y compartir con su familia, detalla el especialista a esta agencia de noticias.

Por otro lado las medidas de aislamiento social pueden provocar ansiedad y depresión en este grupo etario; principalmente en aquellos que viven solos.

La disminución de sus actividades y rutinas, así como del contacto social, pueden alterar su estado anímico e influir negativamente.

En la población infanto-juvenil, tales manifestaciones psicológicas y sociales varían de una edad a otra, por tratarse de una personalidad en pleno desarrollo y formación; por lo cual la familia y las condiciones socioeconómicas de vida influyen.

Los más pequeños pueden mostrar insatisfacciones por la imposibilidad de desarrollar actividades habituales como los juegos o por los cambios bruscos en sus horarios; mientras en los jóvenes se puede evidenciar incertidumbre ante la posibilidad o no de lograr sus proyectos de vida futuros ya definidos o por definirse.

En este grupo poblacional, las propias condiciones de vida en distanciamiento y aislamiento influyen, por ejemplo, en un mayor consumo de las nuevas tecnologías de la información (celulares, computadoras, internet y las redes sociales, entre otros), llegando en ocasiones a ser excesivamente nocivos y adictivos.

Psicólogos cubanos coinciden en que los más vulnerables ante esta situación son los ancianos y niños, por lo que debemos estar atentos a su estado de ánimo y apoyarlos emocionalmente.

PSICOLOGÍA EN CUBA

En esta nación caribeña existe una cultura de afrontamiento a los desastres y situaciones críticas en general, por lo cual los especialistas aseguran que hay evidencias de niveles superiores de preparación psicosocial en la población ante eventos como la pandemia actual.

'Por condiciones históricas, culturales y de identidad, en Cuba las manifestaciones estresogénicas propias de una situación crítica como la COVID-19 tienen su mayor intensidad en los primeros momentos de la crisis, cuando hay menor nivel de conocimientos y las habilidades de afrontamiento apenas inician su activación (aunque ello suele tener un carácter individualizado)', explicó el doctor Lorenzo Ruiz.

El presidente de la Sociedad Cubana de Psicología aseguró que en este país la familia se destaca como factor protector importante de esencia cultural.

'Está descrito que a mayor funcionabilidad y cohesión familiar, estas manifestaciones descritas suelen tener menor duración e intensidad', agregó.

Varios son los proyectos de acompañamiento psicológico y social que se desarrollan a distancia en este país, mediante grupos de Whatsapp, Facebook, páginas webs institucionales, medios de prensa, correos electrónicos y llamadas telefónicas, para la recepción y atención de inquietudes de la población, y una amplia gama de problemáticas psicosociales.

Como afirma el doctor Alexis Lorenzo Ruiz, las actividades de prevención, promoción, educación, capacitación y formación para la salud, entre otras, son de gran importancia para enfrentar la situación actual ante la COVID-19.

'En la medida que las personas van teniendo mayores niveles de competencias en acción (de acuerdo con las actividades mencionadas) los comportamientos humanos muestran mayores niveles de capacidad adaptativa ante tan adversas condiciones', asegura el especialista.

[Prensa Latina]

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