Foto: Telesur
En el Día Internacional de la Infancia, el panorama para los niños y niñas del planeta sigue estando sombrío. Muchos que nos lean dirán, que esto ya se sabe; no es nada nuevo en el ya de por sí complejo paisaje infantil del mundo. Pero si resulta conmovedor y llama a una solidaridad inmediata, los informes y emplazamientos emitidos hace un par de semanas por la ONU, instando a liberar a los niños palestinos encerrados en cárceles y centros de detención de Israel.
La petición realizada por el coordinador humanitario de las Naciones Unidas para los territorios palestinos ocupados, Jamie Mc. Goldrick y la representante especial de UNICEF para Palestina, Genevieve Boutin, precisa que los menores arrestados tienen un mayor riesgo de contraer la COVID-19, porque en los centros penitenciarios es más difícil mantener el distanciamiento físico y otras medidas de prevención.
Como señala el propio organismo internacional, la mejor manera de defender los derechos de los infantes detenidos en medio de una pandemia peligrosa, en cualquier país, es liberarlos. De hecho, los procedimientos legales están en la espera, las visitas se cancelaron y a los menores se les niega el acceso a sus familiares y defensores.
A ciencia cierta se sabe, que hay 194 niños palestinos presos en cárceles y centros de detención israelíes, lo que representa un aumento del seis por ciento desde enero. Informes y publicaciones de Defensa de los Niños Internacional-Palestina (DCIP), afirma que a pesar de la pandemia mundial del coronavirus, Israel ha intensificado el arresto de infantes palestinos en los territorios ocupados.
Para la población infantil tras las rejas, las condiciones sanitarias y el acceso limitado de recursos para rutinas mínimas de higiene, son nulas. Ello trae aparejado que las enfermedades y el propio impacto de la COVID-19 se vea exacerbado y por ende, su resistencia física sea cada vez más vulnerable. Sencillamente, están privados de sus derechos más elementales o al simple reconocimiento a la supervivencia, el desarrollo, la protección y la participación, plasmados en la Convención sobre los Derechos del Niño.
Pero el hecho es que las fuerzas israelíes y los que los apañan, continúan deteniendo a criaturas palestinas, la mayoría de ellos en prisión preventiva. Según el DCIP, Israel arresta entre 500 y 700 infantes anualmente. Todos ellos sufren una serie de interrogaciones, abuso verbal y físico, coerción durante los interrogatorios y se les niega la presencia de sus padres o abogados durante estos. La propia agencia estima que tres de cada cuatro menores palestinos experimentan algún tipo de violencia y tanto ellos como los adultos, son procesados en los tribunales militares israelíes, cuya tasa de condena es casi siempre del 100 por ciento para los palestinos.
Los que hoy guardan prisión en cárceles y centros dentro de Israel y sus territorios ocupados, no solo están más expuestos a infectarse ante la crisis del COVID-19, sino que están privados de sus derechos más elementales, incluyendo el que establece el Convenio número cuatro de Ginebra, que instituye que cuando se enfrenta a la detención de una potencia ocupante, el detenido tiene derecho a permanecer en el territorio ocupado durante todas las etapas de su detención.
El futuro de esa población infantil debería ser mejor. Para esa niñez que malvive, perece en guerras que les son ajenas; que sabe de prisiones, como los pequeños de Palestina, penurias y trabajos apenas se empinan del suelo, además de servir de mercancía y objeto de esclavitud sexual para un mercado en florecimiento, con certeza desconocen que existe un día muy especial para ellos. Y como cada año, el Día Internacional de la Infancia volverá a ser igual o peor a muchos otros días y noches en buena parte del mundo. Un día ajeno, nada especial y de infelicidad, como no debiera ser nunca, porque como decimos y hacemos en Cuba, los niños nacieron para ser felices.
http://www.mujeres.co.cu/art.php?MTMzNTc=
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