Soplillar es un pueblo, un museo, un memorial, una biblioteca… Su entrada se extiende en una breve carretera escoltada a ambos lados por árboles delgados y medianos. Por tramos, entre el forraje espeso se abren senderos que dejan al descubierto otros tramos de maleza.
A escasos cinco kilómetros de Playa Larga, la flora de la zona recuerda a la de la Isla de la Juventud. Fue esa quizás una de las razones que llevó a la brigada cultural Martha Machado a su peregrinaje por la zona en los años 2008 y 2009. Kcho y los suyos se afanaron en reconstruir el sitio donde Fidel cenó en diciembre de 1959 con dos humildes familias carboneras.
Las casas amplias y de mampostería del pueblo que preceden al Memorial contrastan con las chozas inclinadas de guano y madera que los artistas irguieron al final del camino, para recrear con exactitud las condiciones en que vivían los cenagueros cuando triunfó la Revolución.
Cada poste de luz alumbra a una bandera cubana, sembrada por los brazos de Kcho y sus compañeros indicando el camino hacia el Museo-Biblioteca.
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