Parece que la Ciénaga de Zapata está predestinada a las invasiones. Aunque la más connotada de todas es la mercenaria por la Bahía de Cochinos en 1961- la que fuera derrotada en tan sólo 72 horas; este gran humedal ha sufrido otras ocupaciones que han perdurado y amenazan no sólo con seguir, sino que permanecen como espada de Damocles sobre las cabezas de su laborioso pueblo.
No es apropiado tildar de invasiones la presencia en el lugar de los ameriindios cubanos antes de la llegada de los conquistadores españoles, ni tampoco a los cimarrones que se apalencaron en la zona, ni los mambises que lucharon por la libertad de su tierra usurpada por la expoliadora corona hispana; ellos simplemente aprovecharon las virtudes del pantanal como defensa contra el invasor avasallador. En verdad las intromisiones más perjudiciales se sucedieron más tarde.
Sabido es que durante el periodo neocolonial influyentes ciudadanos estadounidenses trajeron hasta este humedal el ya aplatanado cocodrilo americano; mas el hecho ha traído una gran preocupación para la comunidad científica cubana y mundial...
Inquieta saber qué sucederá si continúa el apareamiento entre este saurio importado y la hembra del natural de esta tierra.
Igualmente la invasora cayapú; toda una enorme amenaza para el ecosistema cenaguero, pues no han bastado las acciones de enfrentamiento, y sigue cada día más enseñoreándose en el Gran Humedal.
Mientras el marabú- que fue un reto para la agricultura nacional- hoy se le aprovecha como carbón vegetal, pero al agresivo cayapú no se le acaba de poner en cintura y no se explotan convenientemente sus bondades.
A lo largo de la historia otros especímenes han llegado por diversas causas hasta la Ciénaga de Zapata, y ya compiten por la supervivencia con la flora y la fauna local, entre otros: la trucha, la tilapia y la claria.
Aquí las especias nativas deben enfrentar una competencia desleal, a pesar de que se les aprovecha en muchos casos, como la trucha en la pesca fly.
Esta modalidad ha dado frutos para el turismo local, e incluso los investigadores se admiran de que la trucha en Cuba alcance mayor tamaño que en las propia aguas de lo Estados Unidos.
La abundante boscosidad de Ciénaga de Zapata tampoco ha impedido la introducción de especial maderables invasoras.
Pero Ciénaga de Zapata sigue marcada por el signo de las invasiones, y éstas de peligros de gran envergadura, y que poco o casi nada pueden hacer sus moradores antes peligros mayores como la penetración del mar.
Se sabe que el cambio climático es una amenaza global, pero para la Ciénaga de Zapata el problema se torna más agudo pues la turba que siempre sirvió de barrera de contención contra la intrusión marina, nada podrá hacer con la continua elevación del nivel del mar.
Este complejo proceso hará cambiar la fisionomía de la zona, el municipio dejara de ser el más extenso del país, a la vez que verá desaparecer asentamientos costeros, y su rica biodiversidad.
Como se aprecia: la Ciénaga de Zapata ha estado bajo la constante amenaza de las invasiones, como su rico ecosistema, víctima de introducciones innecesarias, bien por descuido o intencionada buscando dividendos. La situación creada conduce a plantearse acciones para evitar males mayores, y que en los adelante solo se adula a la fallida invasión mercenaria por la Bahía de Cochinos en 1961.
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