, Año 64 de la Revolución______________________________

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CUANDO EL DOLOR SE MULTIPLICA

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(Testimonio de Hildolidia Angulo y Nora Martín Angulo, madre y hermana de Dulce María Martín Angulo, víctima civil de la invasión mercenaria por Bahía de Cochinos en abril de 1961)

El dolor inmenso de una madre.
Al amanecer el 17 de abril yo me encontraba en la finca de san isidro, muy cerca de jagüey grande, sola con todos mis hijos menores y como a las dos y media las tres de la mañana me desperté con las explosiones que se sentían muy lejos rumbo a la Ciénaga, al principio pensé que eran truenos pero luego dije no…son bombas, entonces me puse muy nerviosa y me volví loca pensé en mis dos hijas mayores que estaban en Caletón en casa de su tía Amparo acompañándola porque hacía unos días se le había muerto su único hijo, y entonces prepararon un camión descubierto para sacar a todas las personas para jagüey, al pasar por el triángulo es decir por El entronque salieron los mercenarios y le tiraron con todo, y allí estaban mis dos hijas, y es donde cae mi Dulce con solo 14 años sobre las piernas de mi hija mayor Nora…”con lágrimas en los ojos y un llanto que apenas puede hablar Hildolidia expresa que ella deja su testimonio para que las nuevas generaciones conozcan las tragedias en familias que dejo la invasión de Playa Girón y que para ella no es fácil recordar aquel 17 de abril donde también perdieron la vida sus parientes María Ortiz y Ramón López, y su vecina Cira María García. ”Entonces eso sucede el 17 de abril y ahí estuvo tirada en la carretera hasta el 18, yo que estaba en San Isidro salgo al frente de la casa y veo un avión que viene con la bandera cubana y un helicóptero también cuando cogieron la parte de la ciénaga empezaron a tirar para caídas y pensé que era refuerzo porque ya yo estaba segura de que se trataba de una guerra, y ve que caen bombas y candela y dije estos son los enemigos que para confundir tienen la bandera cubana, y enseguida pensé y dije Fidel hizo su guerra y nunca ametrallo entonces es donde me convenzo de que son mercenarios, es el 18 que tengo noticias de mis hijas, fueron a buscarme y me dijeron que mi hija estaba herida pero yo pensé siempre lo peor…como así mismo fue me la mataron esos desgraciados”
“Mi hija Nora quedo muy afectada ella tiene tratamiento médico y mis hijos son profesionales, estudiaron gracias a las bondades de la revolución y yo vivo eternamente agradecida de Fidel porque yo si se lo que es pasar trabajo antes del triunfo, y mira estos mercenarios como quisieron quitarnos nuestra tierra y cuanta sangre y dolor de familias por su culpa.
“Mi hija Dulce María fue una niña muy buena cuando triunfo la revolución y estudiosa por sus resultados le entregaron el diploma El Beso de la Patria como mejor alumna de la escuela que lo done al museo pensando que allí estar bien y donde todos lo vean ella velaba las cañas por las candelas de los contrarrevolucionario y participaba en jóvenes rebelde.

Una hermana que vive afectada por un terrible suceso.
Sentada frente a Nora, me aprieta la mano izquierda y con un gran suspiro me cuenta lo sucedido en la madrugada del día 17 de abril de 1961.
Con los ojos llenos de lágrimas rememora cómo la sorpresiva invasión mercenaria por Bahía de Cochinos le arrancó la vida a su pequeña hermana, Dulce María Martín.
-“Nos encontrábamos en Caletón de repente un estruendo hizo que todos en la casa despertáramos; eran ráfagas de tiros y bombas cayendo contra todo, salimos de la casa rumbo a Jagüey Grande en un camión.

Hace una pausa. La comprendo cuán difícil es sacar de sus adentro los recuerdos. Me mira con los ojos fijos y confiesa:
“Lo que te voy a decir, nunca se lo he dicho a nadie, es por eso que no quería que mami estuviera aquí presente, ella se pone muy mal, pero mi hermanita quedó viva cuando cayó sobre mis piernas la vi morir, ¡como sangraba por la nariz y la boca!, entonces puse mi mano sobre ella.

-“Veníamos como dos angelitos en la parte de atrás del camión, con los brazos entrelazados sin entender qué sucedía. De repente me tiraron de la mano y a ella la dejan tirada en la carretera; me llevaron prisionera; allí me volví como loca, cogí un palo para pegarles a los mercenarios que estaban con nosotros, uno de ellos fue a darme 10 dólares y le dije que no quería nada. Pasé los días más amargos de mi vida sentada sin poder hacer nada porque no te dejaban moverte, me puse a pensar en mi hermanita muerta y cómo mi familia sabría de nosotras, fue algo terrible, la verdad…

Se levanta, toma agua y con un brillo en la mirada me dice:

-“Yo hablo de esto porque el tiempo pasa y tiene que quedar el testimonio de las cosas que pasaron, pero no es fácil, no es fácil, lo que yo pude ver allí fue mucho…

Siento escalofríos al ver a Nora capaz de revivir aquella escena de terror y crimen. Aguanto, por el bien de mi objetivo, ciertas lágrimas majaderas que me quieren salir de algún lugar muy adentro. Suspiro largo. Ella se calma con el agua oportuna que nos traen y continúa:

-“Al día siguiente vuelvo a pasar por donde mismo y Dulce allí tirada todavía después de pasar el sol, el sereno, es esa foto que corre el mundo mi hermanita boca abajo con un pie medio recogido, me puse muy nerviosa y es cuando uno de ellos me dice; “dale, dale…. Lo sentimos, estamos en guerra”.

Rabia en su mirada tierna. Sin embargo me explica que ella ha vivido afectada durante toda su vida.

“Todos mis hermanos estudiaron, son profesionales y yo lo intenté pero no pude, en la escuela no coordinaba las ideas, padezco de los nervios y de la presión arterial con tratamiento médico desde muy joven; gracias al apoyo de mi familia y de mi madre, Hildolidia Angulo, mi vida ha transcurrido en un ambiente tranquilo y familiar”.

Nora, hace otra pausa y no quiere terminar la conversación sin dejar de expresar:

-“Mi hermanita y yo nos criamos como jimaguas, solo un año marcaba la diferencia de edad, compartíamos las tareas del hogar y en forma de juego ayudábamos a mami en la casa, nos poníamos las mismas ropitas. Dulce era una niña muy pasiva, educada, respetuosa y cumplía con todo lo que le decía mami, con su corta edad ya despuntaba entre las más destacadas, recibió en la escuela el Diploma, El Beso de la Patria, por los buenos resultados obtenidos, mi madre lo donó al museo de Playa Girón.

Hoy, a pesar de los años, Hildolidia y Nora con un dolor inmenso que siempre llevará dentro, ratifican:

“Desde aquel día de abril de 1961, nuestras vidas cambió para siempre.


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(Periodista Yamilka Nieves Vázquez ) 

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