Operación Carlota: médicos matanceros en Angola

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La jornada de conmemoración por el  aniversario 45 de la Operación Carlota, en el continente africano, donde se libró la batalla por la liberación del apartheid, obliga a recordar a uno de los combatientes yumurinos caídos en Angola, el médico internacionalista Julio Rafael Alfonso Medina, quien trabajó en el Hospital Gineco-Obstetra de Matanzas, centro que ostentó su nombre durante varias décadas.

En una investigación realizada por el doctor Jesús Hernández conocimos que Julio nació en la calle Zaragoza, el 24 de enero de 1951. Fue buen hijo y estudiante sagaz, alfabetizador, militante de la Unión de Jóvenes Comunistas. Cursó la carrera de Medicina en La Habana y retornó a su ciudad natal, donde primero laboró como interno en el equipo del doctor Antonio Fernández Font y después, en 1977, en función de residente.

A un año de ese acontecimiento respondió al llamado de la Patria y partió hacia misión internacionalista en suelo angolano, donde fue ubicado como director del Hospital de Menongue. El 31 de octubre de ese año, con solo 27 años de edad, cayó alcanzado por una mina en misión militar. Post-mortem le fue entregado el carné del Partido Comunista de Cuba. Recibió honores militares. Sus restos descansan en el Panteón de los Mártires en el cementerio San Carlos de Matanzas.

 Esta es una síntesis de su biografía. ¿Pero cómo fue en realidad Julio Alfonso Medina? Lo conocí cuando tendría unos 16 años y enamoraba a una muchacha del barrio. Me hacía reír con su buen humor y lo miraba con admiración porque era tan bonito como inteligente. 

 

Luego supe que fue a estudiar a Tarará y a la escuela militar Héroes de Yaguajay, entonces pensé que nunca más lo vería, pero lo descubrí un día en Maternidad y me reconoció inmediatamente. Fue doloroso saber de su muerte, sin embargo sentí un orgullo especial porque había contado con su amistad.

Ese mismo sentimiento inunda los corazones de sus compañeros de trabajo, entre ellos, el doctor Lázaro García León, quien destacó: “Una de sus características principales era sus buenas relaciones con los pacientes y constante lucha porque todo se hiciera bien. Afectuoso con sus colegas y el personal, fuera quien fuera, por esa razón se enraizó un sentimiento de gran estima hacia su persona.”

Por su parte, el doctor Bárbaro Dávila Albuerne expresó: “fue uno de esos compañeros que dejan huellas en la vida, porque era sensible, respetuoso, jovial y en particular ávido de conocimientos. Fue una gran pérdida, pues sé que hubiera sido un médico brillante y también un directivo a valorar, porque tenía dotes, al ser de los que dan el primer paso, por lo que se le sigue, convocados todos ante su nobleza y entusiasmo.”

Como muchos jóvenes cubanos, el doctor Julio Alfonso Medina constituye paradigma indispensable para resaltar la valía de nuestra juventud, capaz de los mayores sacrificios, en esa virtud de saber enarbolar sin fronteras las banderas de la solidaridad y el amor entre los seres humanos. 

 

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(Radio26 )