El corazón de Faustino

No por casualidad, el Comandante del Ejército Rebelde Doctor Faustino Pérez Hernández tiene un bien merecido busto en la fachada principal de la Empresa para la Conservación de la Ciénaga de Zapata, el único que he visto, además de los de José Martí, en toda la geografía cenaguera. Ni siquiera el Comandante del Ejército Libertador  Eulogio Lobato González, máxima figura de la historia local, tiene el suyo propio. Eso da la medida exacta de lo que su excelsa figura simboliza para nuestro humedal.

Hay tres acontecimientos que vinculan indisolublemente a Faustino con el territorio cenaguero: su participación en los combates de Playa Girón durante la invasión mercenaria en el año 1961; su designación en el año 1989 como Jefe del Plan de Desarrollo Integral de la Ciénaga de Zapata, y la fundación, junto al actor Manuel Porto, del Conjunto Artístico Comunitario Korimakao.

Al respecto, Manuel Porto cuenta que ¨…un buen día, mientras se grababa [la telenovela] Cuando el agua regresa a la tierra en Los Hondones, me anunciaron que me andaba buscando el Comandante. Era Faustino Pérez que por ese entonces empezaba a dirigir el Plan de Desarrollo Victoria de Girón¨.

De las entrevistas con el Comandante Faustino Pérez surgió el Proyecto Artístico Experimental Ciénaga de Zapata que con el tiempo se convertiría en el Conjunto Artístico Comunitario Korimakao, único de su clase en el país. En pleno período especial aquel proyecto era una quimera, pero tanto Faustino como Porto estaban seguros de que ¨si bien había que llenarle el estómago a la gente, había también que llenarle la mente, el espíritu¨.

¨Luego la Tormenta del Siglo [en el año 1993] paró la institución al punto de que parecía que tanto esfuerzo había sido en vano. Me reuní con Armando Hart, entonces titular de Cultura, quien me dijo que si el proyecto había empezado por los pantalones de Faustino, por los pantalones de Faustino tenía que seguir¨, recuerda Porto.

Mientras redactaba estas notas, me preguntaba si alguien más, aparte del autor del busto (el artista de las Artes Plástica Agustín Hernández), se habrá percatado de un curioso detalle que pudiera pasar inadvertido para el más común de los mortales: el corazón a flor de piel, al descubierto, a puro relieve, brotándole del pecho, que muestra la escultura de Faustino.

Pero, ¿cómo interpretar la intención del escultor con esta ingeniosa innovación artística? Evidentemente, ese corazón al desnudo no puede significar otra cosa que no sea el infinito amor que sintió Faustino por nuestro terruño, a cuyo desarrollo y bienestar dedicó los últimos años de su fecunda vida.

Es sabido que, a pesar de su avanzada edad (70 años) y una enfermedad cardiaca, Faustino Pérez asumió la dirección de la entonces Empresa Agroforestal ¨Victoria de Girón¨ y se dedicó hasta su muerte, el 24 de diciembre de 1992, a impulsar el desarrollo económico y social de la Ciénaga de Zapata, uno de los lugares más aislados y míseros de la Cuba prerrevolucionaria.

Aunque Faustino nunca ejerció profesionalmente como médico, su labor a favor de la medicina preventiva se hizo patente en las diferentes responsabilidades que desempeñó a lo largo de su vida, y no dejó de aplicar sus conocimientos para promover la higiene ambiental y, de ese modo, contribuir a promover la salud humana y prevenir las enfermedades. Encomiable labor que cobra plena vigencia en estos tiempos del nuevo coronavirus.

Tal vez, sin proponérselo, con ese busto del héroe a corazón abierto el escultor Agustín Hernández estaba enviando al pueblo cenaguero un mensaje de aliento y esperanza, que hoy nos acompaña como antes lo hizo el Comandante Faustino Pérez Hernández.

Lo cierto es que en la batalla contra la nueva pandemia, en la cual Faustino, desde la eternidad y sin saberlo, ha jugado un papel protagónico personificado en sus colegas del hospital matancero que lleva su nombre, pareciera decirnos con la voz del cantautor argentino Fito Páez: ¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón. (Juan Alberto González Machado, 6 de julio de 2020).